Saturday, May 30, 2009

el despertar

Si mal no recuerdo, todo empezaba con un ligero cosquilleo. Justo debajo de donde ella me tocaba. A la vez, el vello se me erizaba como si, por arte de magia, hubiera bajado la temperatura. Nada más lejos de la realidad. Su mano, siempre cálida bajo las sábanas, se movía despacio en mi espalda. Sin pausa y sin prisa. Era como una brisa en verano. Suave y fresca. Afuera hacía ya horas que el sol había salido y comenzaban ya a colarse, a través de la ventana, algunos rayos en la habitación aún algo revuelta de la noche anterior.

Sí, así empezaba todo, si no recuerdo mal. Y es que, me van a disculpar, pero el tiempo pasa para todos igual, sin detenerse. Y sé que, cada vez más, se abren lagunas en mi memoria que, dentro de poco, se harán mares porque este año la estación de lluvías ha brillado por su ausencia. Será el cambio climático, quiero pensar yo.

Miento si no dijera que la echo de menos. A la lluvía, claro está. Con sus vientos y tormentas. Con sus rayos y truenos. Y la calma. La de antes, pero sobre todo la de después. Esa calma de la que hablaba al principio.

Supongo que el camino no puede darme todo lo que necesito. Por mucho que haya nacido para ser salvaje. Y, ahora más que nunca, me toque vagar. Solo.

Saturday, May 16, 2009

7-J

Con respecto a las próximas elecciones al Parlamento Europeo, del 7 de Junio, quiero contarles una iniciativa que acabo de descubrir y que me parece de lo más interesante. La web parlorama ofrece, entre otras cosas, una lista con los europarlamentarios más activos durante la última legislatura (5 años). Sorprende ver como los más conocidos aparecen bastante abajo (el señor Mayor-Oreja, nº 1 del Partido Popular a estas elecciones, ocupa el puesto 750 de los 926 escaños). Les dejo la lista:

Seamos del todo francos: el listado está basado en el número de intervenciones, no en su calidad. Sirva sólo para dar una idea del trabajo de nuestros euro-diputados, sus nombres y apellidos. Ojalá se convierta en costumbre.

Wednesday, May 13, 2009

del intervencionismo del Estado

Tenía ya ganas de volver por mis fueros. Hablar, de nuevo, de política y de economía. Hablar sin mucho conocimiento de causa pero con gran interés. Eso sí, algo de pasión sí que he perdido. Será que esto se cae. Pero vamos al tema.

Hay quien dice que las diferencias entre la izquierda y la derecha son cada vez más difusas. La verdad, ver el Debate sobre el Estado de la Nación y observar como los líderes de los dos principales partidos se copiaban medidas unos a otros, hace comprensible esa postura. Equivocada postura por otra parte. Y me explico.

Si bien no quiero entrar todavía en el tema del sistema de partidos en España, cosa que dejo para una mejor ocasión, sí diré que, a mi modo de ver las cosas, poco hay en el actual PSOE que pueda considerarse de izquierdas. Y esto es así por mucho que el señor Zapatero se haya cansado de repetir que es garante de un programa progresista. Proponen, eso sí, una serie de medidas espaciadas en el tiempo de cara a la galería (véanse la Ley del Aborto, la Ley de Igualdad, la Ley de Dependencia, etc). Para poder mantener, supongo, la cabeza alta y que no se les caiga la cara de vergüenza. Si Pablo Iglesias levantara la cabeza... Pero ya me estoy desviando. Les cuento lo que les cuento como contrapunto a un programa de Izquierdas. Y esto, desde mi punto de vista, requiere mayor intervención del Estado en la Economía.

Sí, sé que a los posibles liberales y neo-liberales (no sé exáctamente a qué viene lo de neo si el PSOE ha cambiado mucho más pero mantienen el nombre) que lean esto tal cosa les sonará fatal. Incluso alguno podría decir que eso sólo tiene cabida en ideologías ya superadas (¿verdad señor Ratzinger?). Yo soy de otra opinión. Creo firmemente en El Estado como único actor válido para muchos de los servicios necesarios en una sociedad moderna, por no decir que todos. Es El Estado el que debería controlar íntegramente la red de transporte, y la de telecomunicaciones, la educación y la sanidad (a todos los niveles!). Es también quien gobernaría mejor sobre la red bancaria y financiera. Esta última casi mejor cargársela porque nunca me gustó que cierta gente se enriqueciera sin trabajar sino controlando, con éxito o sin él, los flujos de dinero que sólo Dios sabe de qué paraíso fiscal venían o a cuál iban. En la actual situación de crisis del sistema capitalista, hay medidas mejores que ayudar a esos bancos que siguen teniendo beneficios mientras hay más de 4 millones de parados. Yo creo en la banca pública. Una banca sin beneficios sólo por serlo o, en un estadío más próximo, con beneficios para la sociedad en su conjunto y no para los especuladores. Sí, esa gente de traje y corbata que no tienen problemas para llegar a fin de mes, ni callos en las manos y tampoco tienen que esperar mucho para ser recibidos, con todos los honores, en La Moncloa. Cosas que pasan.

También se alega en contra del intervencionismo del Estado que va en contra de ciertas libertades individuales, además de tener mayores posibilidades de corrupción en las altas esferas políticas. De lo segundo no defenderé aún al intervencionismo porque, por ejemplo, los señores Fabra y Camps tienen, a día de hoy, causas pendientes. Y no son comunistas, precisamente. Y llego, por fin, a dónde me proponía. La posibilidad de restringir libertades individuales en pos de un beneficio colectivo. Quizá sea aquí donde más hondo ha calado el capitalismo y será aquí, si estas líneas cobran vida alguna vez, donde más costará arrancar las raíces.

La libertad es un ideal por el que muchos han muerto, es cierto. Y más cierto es que son muertes que deben ser honradas. Pero no creo en la libertad total a la que estamos habituados, por mucho que a mi me costará tanto o más que a ustedes el desacostumbrarme. Si es que algún día lo consigo. Creo en el bien común, de todos y para todos. Creo que la sociedad está por encima de los individuos porque sólo así, aupados a hombros de gigantes, hemos llegado hasta aquí. ¿Es una ideología superada pensar que somos todos iguales?.¿Que no debe haber ricos y pobres?. ¿Es demasiado tarde para la cultura del esfuerzo?. ¿Somos más felices con dos coches que utilizando el transporte público?. ¿Vivienda habitual y residencia de verano?. ¿Creemos aún que si hay gente que pasa hambre es porque se lo merece o sólo miramos hacia otro lado?. ¿Podemos pensar todo esto y seguir mirándonos en el espejo?. Yo ya no puedo.