La playa estaba desierta. Soplaba fuerte el viento fuera. Fue esa, y no otra, la razón que ella esgrimió para entrar. Parecía que aquella tormenta que ya una vez truncó mi sueño volvía, justo a tiempo, para estropeármelo de nuevo.
Una vez dentro, el silencio. No era la primera vez que estabamos allí pero sí sería la última. Aunque para aquel entonces ninguno de nosotros lo sabía. Luego empezamos a hablar. Al principio de mi, más tarde de él. De los viejos tiempos y de las nuevas realidades. Ella parecía no ser consciente del daño que me hacía hablar de ello. No puedo culparla. Yo tampoco lo era. Me sentí incómodo cuando hablábamos de futuro. Luego callé. Ella siguió hablando un rato pero ya no importaba. Mi suerte estaba echada.
Súbitamente me pegué a ella. Me coloqué, tan sólo, a dos centímetros de su boca. Fue un movimiento rápido, pero seguro. Sabía hasta donde podía llegar. Estaba cansado de oirlo. Llevaba meses diciéndomelo, alto y claro. Pero a la vez, y entre lineas, otras cosas me decía. No pasé de ahí.
-¿Todo bien?- le dije. Y al decirlo casi chocan nuestros labios.
-Estoy incómoda- llamó por mi nombre.
Volví a sentirla como la sentí aquella vez. Hay cosas que mi memoria no ha olvidado aún. Sus pupilas brillaban en aquella noche oscura. No respiraba por miedo a tocarme la boca, tan cerca ahora. Sentí como hasta la última de sus gotas de sangre se paraba. Era extraño aquello. Su corazón no cabía en el pecho. El sonido de sus latidos había hecho acallar al mismo viento y al romper de las olas. Así permanecí lo que me parecieron años. Cuando volví en mi lo tuve claro.
-Al fin sabes lo que siento yo.
Tiré de la manecilla y salí del coche. La puerta se cerró con un ruido seco. Todo había acabado, para siempre. Ella respiró de nuevo. Volvió a la vida mientras observaba como yo me alejaba de ella. Esta vez de verdad. Arrancó el coche después de unos minutos. Aún no sabía muy bien a donde ir. Encendió las luces y estas iluminaron la playa. Ya no estaba desierta. Todos los momentos que habíamos pasado juntos se agolpaban ante sus ojos. Contuvo las lágrimas. ¿Hacia dónde iría ahora?. ¿Buscando la felicidad?. No. Demasiado tarde. Ya había estado allí.
Thursday, January 17, 2008
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