Según una antigua tradición de la iglesia católica reflejada ya por Dante en su Divina Comedia existen tres esferas celestes: el cielo, el infierno y el limbo.
No voy a contar nada que no sepan ya del primero y el segundo salvo que, viniendo yo de un lugar de calor como es Canarias, tal vez estaría más cómodo en pantalones cortos tostándome en el infierno. Aprovecharía entonces para hablar con algún que otro personaje "ilustre": véase Hitler, Sadam Hussein, etc; y aclarar así alguna cosa que no me ha quedado clara en mis clases de historia moderna (George Bush no ha llegado todavía, pero ya le reservan sitio)
Centrémonos un poco más en el tema, siempre habrá tiempo para hablar del infierno. Resulta que el limbo fue, desde el principio, un lugar donde alojar hasta el fin de los días a aquellos niños que, habiéndo nacido y sin cometer ningún pecado, no habían sido bautizados.
Para los que no estén familiarizados con la cultura católica, todos nacemos con un pecado llamado original. Se debe este a cierta manzana que una tal Eva entregó a Adán para que comiera (intentaré pasar por aquí sin hacer ningún comentario misógino). El caso es que, para que este pecado sea condonado, es estrictamente necesario el sacramento del bautismo.
El debate lleva abierto siglos. Pero ha acabado ya. Resulta que una comisión de la más alta jerarquía católica (ahora intento no reírme mientras escribo!), acaba de decidir en Roma que el limbo nunca existió. Era, simplemente, una entelequía teológica. Es decir, estos cardenales, obispos y demás personajes con un especial gusto para el vestir acaban de mandar al cielo a cientos de miles o tal vez millones de niños y todos a la vez. Tiene que estar el pobre San Pedro haciendo horas extras en las puertas del cielo.
Tal vez espero mucho, pero me alegraría que "noticias" como estas hagan a muchos abrir los ojos. Quizá entonces el cielo reciba menos visitas. Pero con tanto niño suelto, ¿a quién le apetece cambiar pañales?
Saturday, April 21, 2007
Friday, April 20, 2007
de la locura I
Sobre lo ocurrido en el Virginia Tech poco más pensaba yo que se podría comentar. Ya suena hasta común oir que esas cosas pasan en los Estados Unidos. Salvo la evidente sorpresa inicial, no mucho más.
Reconozco que yo mismo descarté hablar de este tema en este blog ya que lo tengo, digámoslo así, para otros menesteres. Pero acabo de leer una entrevista que me hizco cambiar de opinión. Se trata de una que concedió el propietario de la armeria donde esta... Discúlpen mi falta de vocabulario; persona! (eso lo somos siempre) compró las dos pistolas con las que luego mató a tanta gente. Salía adjunta una foto. Créanme, intenté no ser prejuicioso. Pero no lo conseguí: parecía el típico patán americano que tantas veces hemos visto en la televisión.
Dejó, para la posteridad, muchas perlas. Pero yo me quedo con una: "Si las armas estuvieran permitidas en el campus, esto no habría ocurrido. Quizá hubieran muerto una o dos personas, pero antes de que cayera la tercera, el asesino habría sido abatido por alguien con un arma".
Es decir, la solución a que una persona con problemas psicológicos graves un buen día se levante y decida masacrar a más de 30 personas gracias a unas armas que no es que robara o que se encontrará por ahí, sino que compró legalmente; no es (que estupidez!) impedirselas comprar. Todo lo contrario: poner más armas en la calle para, de esta manera, acabar con él antes de que el número de víctimas pase a las dos cifras. Fantástica idea.
Por increible que parezca, no está tan lejos de la realidad. En el año 2000 con una población censada de 280 millones de personas, habían en manos privadas un total de 190 millones de armas (1 arma por cada 2 personas). "Este es un país de armas", dice el individuo y añade a una periodista europea: "si no fuera por mi derecho a armarme, yo hoy hablaría con acento británico y usted en alemán".
No sé, podría dedicar más tiempo a criticar ese modelo de sociedad (y no con eso digo que el europeo sea en todo mejor, ni mucho menos), pero no creo que valga la pena.
No quiero terminar sin dejar de decir una gran verdad. Mucho criticamos lo manipulada que está la sociedad americana por los medios de comunicación. Y parece ser cierto. No obstante, desde fuera siempre todo se ve de otra manera. No sé qué pensará en realidad la gente de aquel país del que, nos guste o no, todos dependemos. La verdad, espero que la mala imagen que dan sea sólo eso, una imagen.
Reconozco que yo mismo descarté hablar de este tema en este blog ya que lo tengo, digámoslo así, para otros menesteres. Pero acabo de leer una entrevista que me hizco cambiar de opinión. Se trata de una que concedió el propietario de la armeria donde esta... Discúlpen mi falta de vocabulario; persona! (eso lo somos siempre) compró las dos pistolas con las que luego mató a tanta gente. Salía adjunta una foto. Créanme, intenté no ser prejuicioso. Pero no lo conseguí: parecía el típico patán americano que tantas veces hemos visto en la televisión.
Dejó, para la posteridad, muchas perlas. Pero yo me quedo con una: "Si las armas estuvieran permitidas en el campus, esto no habría ocurrido. Quizá hubieran muerto una o dos personas, pero antes de que cayera la tercera, el asesino habría sido abatido por alguien con un arma".
Es decir, la solución a que una persona con problemas psicológicos graves un buen día se levante y decida masacrar a más de 30 personas gracias a unas armas que no es que robara o que se encontrará por ahí, sino que compró legalmente; no es (que estupidez!) impedirselas comprar. Todo lo contrario: poner más armas en la calle para, de esta manera, acabar con él antes de que el número de víctimas pase a las dos cifras. Fantástica idea.
Por increible que parezca, no está tan lejos de la realidad. En el año 2000 con una población censada de 280 millones de personas, habían en manos privadas un total de 190 millones de armas (1 arma por cada 2 personas). "Este es un país de armas", dice el individuo y añade a una periodista europea: "si no fuera por mi derecho a armarme, yo hoy hablaría con acento británico y usted en alemán".
No sé, podría dedicar más tiempo a criticar ese modelo de sociedad (y no con eso digo que el europeo sea en todo mejor, ni mucho menos), pero no creo que valga la pena.
No quiero terminar sin dejar de decir una gran verdad. Mucho criticamos lo manipulada que está la sociedad americana por los medios de comunicación. Y parece ser cierto. No obstante, desde fuera siempre todo se ve de otra manera. No sé qué pensará en realidad la gente de aquel país del que, nos guste o no, todos dependemos. La verdad, espero que la mala imagen que dan sea sólo eso, una imagen.
Monday, April 16, 2007
de la impaciencia
En un primer momento pensé en hablar de la paciencia. Ya saben, esa gran virtud que nos hace estar tranquilos en los momentos más complicados. Esa que nos dice cómo de profundo hemos de respirar si queremos que todo pase. Hablo de esa cualidad que casi está en extinción en los tiempos modernos y que nos ayuda a pasar los días que nos quedan sobre esta piedra con la esperanza de que todo lo malo desaparezca.
Sí. Todo eso pensé. Luego pensé un poco más y me dí cuenta de que sobre la paciencia no podría yo escribir mucho más del párrafo y poco que llevo. Además, y por si fuera poco. Hablar de la impaciencia es mucho más divertido. Ya verán.
La falta de paciencia se manifiesta de muchas maneras, a cada cual más interesante para estudiar. A mi personalmente me encanta ese nudo que se forma en la boca del estómago cuando abro mi correo y hay algún email nuevo. La sensación llega antes incluso de saber quién lo manda: si un viejo amigo del que hace mucho que no sé, o si es mi madre diciéndome otra vez que este fin de semana es mejor que no salga y estudie.
¿No les ha pasado alguna vez el sentirse con el pulso acelerado por estar leyendo, simplemente, las líneas que a un loco se le ocurra escribir?. Mienten si dicen que no. Porque sólo hace falta que ese "loco" sea alguien especial. Ni tan siquiera es necesario que hable de nada interesante. Vale con saber que en algún momento intentó plasmar todo lo que pensaba, todo lo que sentía en palabras. Le saliera bien o no.
¿Han observado, con impaciencia, en alguna ocasión un par de ojos mientras duermen esperando a que se abran durante la noche y te enseñen todo lo que piensan?. Triste él que todavía no. Y es que puede verse mucho más entre las pestañas de lo que se intuye cuando se escucha.
Impaciente es aquel que no soporta más darle "tiempo al tiempo". El mio, por hoy, se acabó.
Sean, ustedes sí, pacientes. No tardaré en volver.
Sí. Todo eso pensé. Luego pensé un poco más y me dí cuenta de que sobre la paciencia no podría yo escribir mucho más del párrafo y poco que llevo. Además, y por si fuera poco. Hablar de la impaciencia es mucho más divertido. Ya verán.
La falta de paciencia se manifiesta de muchas maneras, a cada cual más interesante para estudiar. A mi personalmente me encanta ese nudo que se forma en la boca del estómago cuando abro mi correo y hay algún email nuevo. La sensación llega antes incluso de saber quién lo manda: si un viejo amigo del que hace mucho que no sé, o si es mi madre diciéndome otra vez que este fin de semana es mejor que no salga y estudie.
¿No les ha pasado alguna vez el sentirse con el pulso acelerado por estar leyendo, simplemente, las líneas que a un loco se le ocurra escribir?. Mienten si dicen que no. Porque sólo hace falta que ese "loco" sea alguien especial. Ni tan siquiera es necesario que hable de nada interesante. Vale con saber que en algún momento intentó plasmar todo lo que pensaba, todo lo que sentía en palabras. Le saliera bien o no.
¿Han observado, con impaciencia, en alguna ocasión un par de ojos mientras duermen esperando a que se abran durante la noche y te enseñen todo lo que piensan?. Triste él que todavía no. Y es que puede verse mucho más entre las pestañas de lo que se intuye cuando se escucha.
Impaciente es aquel que no soporta más darle "tiempo al tiempo". El mio, por hoy, se acabó.
Sean, ustedes sí, pacientes. No tardaré en volver.
Thursday, April 12, 2007
de la coherencia
Sin duda es una de las virtudes fundamentales que se requieren en un escrito. Pero algo más. Hablemos de ello.
A veces pasa que la opinión que uno tiene sobre determinados temas se vé en contraposición con las circunstancias en las que uno vive o con las cosas que uno hace. Esto también es ser incoherente y es más común de lo que parece.
Pasa en política constantemente y, no sólo no nos damos cuenta, sino que seguimos votando a los mismos incoherentes personajes de traje y corbata (prendas que les dan más credibilidad que sus palabras, véase como ejemplo las elecciones).
Además, aunque no tan evidentemente, ocurren muchas de estas cosas en la vida personal de cada uno. Y, por supuesto, me incluyo. Tal vez pudieramos decir que en ciertos aspectos de mi vida no estoy siendo del todo coherente con mis valores, con mi ética o como lo quieran llamar.
Si uno no piensa en ello detenidamente puede pasar de largo como si tal cosa. Como si nada pasara. Sin necesidad de sentirse mal por nada. Esto también es algo bastante común.
Sin embargo, en raras ocasiones, alguien te abre los ojos. La mayor parte de las veces no lo saben expresar correctamente y suena más a un "te equivocas" que a un "no estás siendo coherente". No seré yo el primero que diga lo mal que nos sienta a todos oir que nos equivocamos. Y si unimos todo lo anterior, llegamos a la conclusión de que pocas veces nos enteramos de nuestras faltas de coherencia. Y entendemos el por qué tantas veces discutimos por tonterias.
Hace no mucho tiempo alguien supo expresarme bien (o tal vez a buen entendedor...) sobre mi falta de coherencia. Y es por esto por lo que ahora escribo de este tema.
Para concluir, y que por favor no le sirva de argumento a los políticos, mi falta de coherencia en algunos temas (en especial a las relaciones personales) se debe, tal vez, a un cambio profundo en la esencia. A una nueva visión o, simplemente, a que mis valores estén cambiando. ¿Quién sabe?.
Tal vez entonces, y haciendo la última referencia a los políticos (lo prometo!), el PP esté haciendo por fin su ya mucho tiempo retrasado "giro hacia el centro".
Como decimos en mi pueblo: "a quien lo quiera coger que lo coja".
A veces pasa que la opinión que uno tiene sobre determinados temas se vé en contraposición con las circunstancias en las que uno vive o con las cosas que uno hace. Esto también es ser incoherente y es más común de lo que parece.
Pasa en política constantemente y, no sólo no nos damos cuenta, sino que seguimos votando a los mismos incoherentes personajes de traje y corbata (prendas que les dan más credibilidad que sus palabras, véase como ejemplo las elecciones).
Además, aunque no tan evidentemente, ocurren muchas de estas cosas en la vida personal de cada uno. Y, por supuesto, me incluyo. Tal vez pudieramos decir que en ciertos aspectos de mi vida no estoy siendo del todo coherente con mis valores, con mi ética o como lo quieran llamar.
Si uno no piensa en ello detenidamente puede pasar de largo como si tal cosa. Como si nada pasara. Sin necesidad de sentirse mal por nada. Esto también es algo bastante común.
Sin embargo, en raras ocasiones, alguien te abre los ojos. La mayor parte de las veces no lo saben expresar correctamente y suena más a un "te equivocas" que a un "no estás siendo coherente". No seré yo el primero que diga lo mal que nos sienta a todos oir que nos equivocamos. Y si unimos todo lo anterior, llegamos a la conclusión de que pocas veces nos enteramos de nuestras faltas de coherencia. Y entendemos el por qué tantas veces discutimos por tonterias.
Hace no mucho tiempo alguien supo expresarme bien (o tal vez a buen entendedor...) sobre mi falta de coherencia. Y es por esto por lo que ahora escribo de este tema.
Para concluir, y que por favor no le sirva de argumento a los políticos, mi falta de coherencia en algunos temas (en especial a las relaciones personales) se debe, tal vez, a un cambio profundo en la esencia. A una nueva visión o, simplemente, a que mis valores estén cambiando. ¿Quién sabe?.
Tal vez entonces, y haciendo la última referencia a los políticos (lo prometo!), el PP esté haciendo por fin su ya mucho tiempo retrasado "giro hacia el centro".
Como decimos en mi pueblo: "a quien lo quiera coger que lo coja".
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