Hoy es un gran día. Casi no me lo creo. El No acaba de ganar en Irlanda el único referéndum del Tratado de Lisboa que se celebra en todos los países de la unión (27!) El resto de los países (recalco 26/27) lo han sometido o someterán a una simple votación en el parlamento estatal respectivo. Hay que recordar que el voto en contra de Irlanda provoca que el Tratado no pueda ser finalmente aplicado. Y es que el voto en contra de cualquiera de los países hace imposible su aplicación. Pasa lo mismo que otrora 4 años cuando Francia y Holanda recharazon la Constitución Europea. Precisamente este es uno de los puntos que se quería cambiar con el viejo tratado.
Lo más excitante es oír hablar a los políticos mal llamados europeístas. Esos que dicen que aún seguirán aprobando ratificaciones a espaldas del pueblo. Todo para atajar la crisis que dicen esto provocará en en seno de la Unión Europea. Es su propia crisis la que tratan de evitar. Sarkozy, Merkel y Zapatero (cuando le de por hablar) Otro ejemplo de la nueva burguesía europea: Enrique Barón (ex presidente del Parlamento Europeo), se queja: “no tiene sentido someter este tipo de procesos del que dependen casi 500 millones de personas a la ruleta rusa.” O sea, la voluntad del pueblo. Si en el fondo, no estoy diametralmente en contra del Tratado. A decir verdad yo, como seguro la casi totalidad del pueblo de Irlanda, no lo he leído (ustedes ya pueden hacerlo, aquí) Pero me alegro de que el pastel europeo se les haya indigestado.
Después de mi alegría inicial reconozco que me asaltan ciertas dudas. No sería limpio ni justo contar sólo la parte de la historia que más me conviene. Allez y, son muchos los críticos que están de acuerdo con que la negativa de los irlandeses está provocada más bien por el egoísmo. Tratan de evitar perder ciertos privilegios de los que ahora disponen y que, entre otras cosas, han permitido aumentar su renta per cápita del 90% de la media europea al 130% en sólo 20 años (son sólo superados por Luxemburgo) Algunos alegan (joder, nunca había usado este verbo en el buen sentido, que sensación tan agradable...) que ha sido el desconocimiento del Tratado y la falta de acierto del gobierno irlandés al no haber vendido bien (cito textualmente) las ventajas del famoso documento. En ningún caso han sido sus motivaciones parecidas a las mias. Pero bien está lo que bien acaba.
Friday, June 13, 2008
Thursday, June 5, 2008
breve ensayo sobre economía y otras cosas no tan importantes
Reconozco que Solbes y Zapatero han sido más listos que yo (cosa que tampoco es tan difícil) Antes de las elecciones de marzo anunciaron a bombo y platillo su propuesta de deducción sobre la renta de este año. Cuatrocientos euros para cada trabajador, vamos. Yo había pensado que no era otra cosa que propaganda electoral para ganar votos (como la ley de plazos para el aborto, la cual sigo esperando ¡desde el 2004!) Y lo reconozco de nuevo, me equivoqué. Al parecer el PSOE sí va a cumplir esta promesa. Además, me he estado informando sobre economía (no hay mal que por bien no venga) Resulta entonces que la medida es efectiva. Va a relanzar la economía que está en crisis. Tendremos más dinero que gastar, para comprar regalos, para ir al cine, para tirar a la basura. Así, al parecer, se solucionaría la crisis, fomentando el consumo. Crisis que empezó el 15 de Marzo, antes no había crisis. Se lo inventaba todo Rajoy para desestabilizar el gobierno. Como tampoco se hacían trasvases del Ebro. Aunque eso tampoco se hace ahora, es simplemente una pequeña reconducción (manda huevos)
En resumen, vivimos en la cima de la sociedad consumista. Empleamos todo nuestro tiempo en gastar. Hasta cuando trabajamos, lo hacemos para ganar un mísero sueldo que enseguida empleamos en pagar la hipoteca. Y cuando se atisba la más mínima nube sobre este cielo azul de bienestar. Cuando la Tierra grita a los cuatro vientos que la agotamos. Cuando somos tantos que no hay comida para todos. Cuando deberíamos aprovechar el breve periodo de recesión (otro olé para Solbes) para cambiar nuestras costumbres y empezar desarrollar una sociedad sostenible. En ese momento, el gobierno dice no. Regala dinero para que sigamos gastando más y más. Aún a pesar de hipotecar el superhabit del Estado del que tanto presumian años atrás. El dinero que van a recibir, damas y caballeros, no es un regalo. Si hacen números se darán cuenta que el total es aproximadamente el presupuesto anual de un ministerio. La pregunta entonces es, ¿de qué ministerio le gustaría prescindir?
¿Sanidad?, tal vez es buena idea. Está claro que las listas de espera quirúrgicas no tienen remedio. ¿Justicia?, ¿por qué no? con lo que se está esperando para un juicio no nos daríamos cuenta hasta las próximas elecciones. Pero entonces se encargaría de vendernos otra moto. ¿Educación?, en castellano o en catalán el fracaso escolar sigue siendo una lacra ¿Cultura?, tranquilos ese está asegurado. Con lo que se llevan los de la SGAE por el canon de las narices, la cultura en este país está garantizada para muchos años. Tantos como la gente, con cultura o sin ella, tarde en recuperar la orientación. Porque, a día de hoy, no saben donde queda la izquierda.
En resumen, vivimos en la cima de la sociedad consumista. Empleamos todo nuestro tiempo en gastar. Hasta cuando trabajamos, lo hacemos para ganar un mísero sueldo que enseguida empleamos en pagar la hipoteca. Y cuando se atisba la más mínima nube sobre este cielo azul de bienestar. Cuando la Tierra grita a los cuatro vientos que la agotamos. Cuando somos tantos que no hay comida para todos. Cuando deberíamos aprovechar el breve periodo de recesión (otro olé para Solbes) para cambiar nuestras costumbres y empezar desarrollar una sociedad sostenible. En ese momento, el gobierno dice no. Regala dinero para que sigamos gastando más y más. Aún a pesar de hipotecar el superhabit del Estado del que tanto presumian años atrás. El dinero que van a recibir, damas y caballeros, no es un regalo. Si hacen números se darán cuenta que el total es aproximadamente el presupuesto anual de un ministerio. La pregunta entonces es, ¿de qué ministerio le gustaría prescindir?
¿Sanidad?, tal vez es buena idea. Está claro que las listas de espera quirúrgicas no tienen remedio. ¿Justicia?, ¿por qué no? con lo que se está esperando para un juicio no nos daríamos cuenta hasta las próximas elecciones. Pero entonces se encargaría de vendernos otra moto. ¿Educación?, en castellano o en catalán el fracaso escolar sigue siendo una lacra ¿Cultura?, tranquilos ese está asegurado. Con lo que se llevan los de la SGAE por el canon de las narices, la cultura en este país está garantizada para muchos años. Tantos como la gente, con cultura o sin ella, tarde en recuperar la orientación. Porque, a día de hoy, no saben donde queda la izquierda.
la madriguera del conejo
Quizá uno de los retos más peligrosos a los que nos enfrentamos todos los días ocurre cada mañana nada más levantarnos de la cama. El horario, claro está, depende (¡que me lo digan a mi ahora!) Hablo de mirarse al espejo.
Es increíble todo lo que uno puede encontrar si observa detenidamente su reflejo. Y no me refiero a las nuevas arrugas (eso sí, muy monas) que a uno le salen de tanto sonreír (¡que la vida son dos días!) Cuando uno se mira en un espejo se ve a si mismo tal y como es. Sin efectos visuales ni cortinas de humo. Sin palabras ni prejucios. Y eso, a veces, sorprende.
Más de una vez me he llevado un susto al encontrarme, frente a frente, con mi reflejo en algún escaparate mientras paseo. Cuesta creerse que alguien te siga tan de cerca. Que te observa detenidamente y que es tu sombra hasta cuando llueve.
El problema es, a mi corto entender, que no somos conscientes de que vivimos en este mundo. La mayor parte del tiempo ni siquiera nos damos cuenta. Trabajamos, nos vamos de vacaciones, o pagamos nuestros impuestos . Ordenamos nuestras ideas en la cabeza y es ahí donde nos vemos siempre. No somos más que una auto-imagen mental. Por eso es un golpe descubir, cada vez, que también vivimos aquí fuera. En el mundo real. Aunque no lo veamos, dejamos una estela tras nuestros pasos. No somos, como a veces parece, meros espectadores (más o menos críticos) de la realidad. Somos parte de ella y no nos damos cuenta hasta que, muy de vez en cuando y de repente, nos encontramos mirándonos pupila con pupila como si de tontos se tratara.
Lejos de tener la más mínima intención de pagar por los derechos de autor a cierta revista espiritual, diré como decimos en casa. ¡Despierten!
Es increíble todo lo que uno puede encontrar si observa detenidamente su reflejo. Y no me refiero a las nuevas arrugas (eso sí, muy monas) que a uno le salen de tanto sonreír (¡que la vida son dos días!) Cuando uno se mira en un espejo se ve a si mismo tal y como es. Sin efectos visuales ni cortinas de humo. Sin palabras ni prejucios. Y eso, a veces, sorprende.
Más de una vez me he llevado un susto al encontrarme, frente a frente, con mi reflejo en algún escaparate mientras paseo. Cuesta creerse que alguien te siga tan de cerca. Que te observa detenidamente y que es tu sombra hasta cuando llueve.
El problema es, a mi corto entender, que no somos conscientes de que vivimos en este mundo. La mayor parte del tiempo ni siquiera nos damos cuenta. Trabajamos, nos vamos de vacaciones, o pagamos nuestros impuestos . Ordenamos nuestras ideas en la cabeza y es ahí donde nos vemos siempre. No somos más que una auto-imagen mental. Por eso es un golpe descubir, cada vez, que también vivimos aquí fuera. En el mundo real. Aunque no lo veamos, dejamos una estela tras nuestros pasos. No somos, como a veces parece, meros espectadores (más o menos críticos) de la realidad. Somos parte de ella y no nos damos cuenta hasta que, muy de vez en cuando y de repente, nos encontramos mirándonos pupila con pupila como si de tontos se tratara.
Lejos de tener la más mínima intención de pagar por los derechos de autor a cierta revista espiritual, diré como decimos en casa. ¡Despierten!
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