Saturday, May 12, 2007

de cuando el aire corta

Supongo que todos hemos pasado alguna vez por una de esas situaciones incómodas en las que hasta el sonido de la respiración, tan agradable a veces, se vuelve molesto. Quizá suponga mucho, pero por una vez y para variar, creo estar en lo cierto.

Hay momentos cuando, sin siquiera saber por qué, acaba uno liado en esos eternos silencios donde las distancias se hacen enormes y también los tiempos se dilatan (quién se lo iba a decir al pobre de Einstein...)

De verdad. Me encantaría tener una receta, un formulario. Algo que indique cómo salir de esas circunstancias no del todo mal parado. Pero tampoco es el caso. Como mucho, y en esta ocasión sí es poco, tenemos la experiencia. Nos advierte ésta de no repetir los mismos fallos. De no tropezar con las mismas piedras. Pero es que hay tantas piedras! Casi tantas como problemas en el camino.

Hablo yo, y ya va siendo hora de explicarme bien, de mi preocupante falta de virtudes sociales. Véase el sentido común (el social, del otro mejor no hablo), de la sutileza de leer entre líneas, de lo superfluo de las palabras en ciertos momentos.

No sé. Tal vez sea cosa mía, pero con el paso del tiempo son más los silencios incómodos que los agradables. Y eso que llevo toda la vida advirtiendo a los políticos que para decir tonterías mejor cerrar la boca. Pero hoy no. No quiero hablar de política. Ya tenemos suficiente.

En definitiva, creo que el problema está en lo poco que sabemos usar el silencio. De dar pausas a las conversaciones. De tomarnos nuestro tiempo. Entonces, y por lo tanto, tampoco estamos acostumbrados a soportarlo. Sobre todo cuando el aire corta. Sobre todo cuando los silencios duelen.

Dijo una vez George Clemenceau: "Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra." Ahí es nada.

PD: Por cierto, Clemenceau fue, entre otras cosas, Primer Ministro francés durante la Primera Guerra Mundial. Toda cultura es poca.

1 comment:

carlala said...

en los ultimos meses he aprendido a apreciar el silencio. Estar con alguien hablando, terminarse el tema y no necesitar de palabras vacias para llenar el espacio que parece quedar. He conseguido hacer que esa "fuerza" que crea el silencio que te separa de la otra persona desaparezaca. Ya no existe. QUedarme en mis pensamientos y respetar los de la otra persona y solo volver a hablar si se tiene algo interesante que decir.
Esto te da a veces otra vision porque no muchas personas lo consiguen y en ocasiones estas con alguien, no hay nada que decir y ves como la otra persona intenta hablar de algo, diciendo cosas que no son nada y ves su incomodidad y la tension que siente, pero esa tension a mi ya no me llega, solo miro a la otra persona y pienso, no es necesario. Entonces la situacion desde mi punto de vista se vuelve comica.
Simplemente un dia me dijeron, no es necesario que hablemos si no hay nada ineteresante que decir. Al principio me quede muy cortada, pero poco a poco me di cuenta de cuanta razon llevaban esas palabras.