Thursday, November 29, 2007
de lo inexacto de las relaciones humanas
No es que las ciencias exactas se me den muy bien tampoco. Pero hay una máxima que suele cumplirse. Si un fenómeno es estudiado y se repite con los mismos resultados en las mismas condiciones y si hay una teoría que lo explique con la mejor cantidad de suposiciones, esta teoría es válida. Por lo menos hasta que la echen abajo. Con las personas intento hacer lo mismo. Pero no funciona. No seguimos ningún patrón lógico o, al menos, ninguno que yo conozca. No obstante, siempre intento ajustar nuestro comportamiento a alguna teoría en base a mi experiencia para/con ustedes. Tengo la esperanza que conseguirlo algún día. Puede que, en el fondo, nos parezcamos al tiempo. No es que seamos impredecibles, es sólo que hay demasiados factores capaces de tirar todo abajo en un segundo y provocar las más mostruosas tormentas.
Monday, November 26, 2007
desde mi prisión
Me asfixio. Cada vez me cuesta más respirar. Hay aire, lo sé. Tampoco le pasa nada a mis pulmones. Ahora pienso más despacio. Todo se ralentiza. Es como si el oxígeno no llegara a mi cabeza. Algo debe estar mal. La vida se me escapa entre los dedos. Sin pausa. Con prisa.
Me muero. No hay barrotes en mi cárcel. Ni celdas ni carceleros. Ni víctimas ni verdugos. Ni vencedores, ni vencidos. Paseo, solo, por el patio y los pasillos. Por los oscuros rincones de mi pasado y las claras estancias de mis sueños. Ni rastro de vida. ¿El sol?. Ayuda, pero no es suficiente. ¿Dónde fue mi libertad?. Será que la he perdido.
Las puertas están abiertas y de par en par las ventanas. Puede que haya escapado. Pero no. Ella sigue aquí. Soy libre. Tengo toda la libertad del mundo. La libertad de no hacer nada.
Me muero. No hay barrotes en mi cárcel. Ni celdas ni carceleros. Ni víctimas ni verdugos. Ni vencedores, ni vencidos. Paseo, solo, por el patio y los pasillos. Por los oscuros rincones de mi pasado y las claras estancias de mis sueños. Ni rastro de vida. ¿El sol?. Ayuda, pero no es suficiente. ¿Dónde fue mi libertad?. Será que la he perdido.
Las puertas están abiertas y de par en par las ventanas. Puede que haya escapado. Pero no. Ella sigue aquí. Soy libre. Tengo toda la libertad del mundo. La libertad de no hacer nada.
Saturday, November 24, 2007
sueño de una noche de Noviembre
Ya sale. Últimamente está algo tímida. Quizá no la haya tratado bien. Tal vez sólo quiera algo más de atención, como quieren todas. En el fondo es una más.
Da igual que esté acabando Noviembre. ¿A quién le importa donde estén ahora las oscuras golondrinas?. Con ella siempre parece verano.
Ahora la veo entera. Llena. Cálida pero distante. Sus mínimas imperfecciones la engrandecen aún más. Aún comprendiéndola, me sobrecoge su poder. El agua, el aire. Todo es distinto esta noche.
Me asusta darme la vuelta y ver la larga y oscura sombra que provoca en mi. Es mágica. Y la magia no entiende de despedidas. Hasta el mes que viene, entonces. Veremos que nuevas me traes por Navidad.
Da igual que esté acabando Noviembre. ¿A quién le importa donde estén ahora las oscuras golondrinas?. Con ella siempre parece verano.
Ahora la veo entera. Llena. Cálida pero distante. Sus mínimas imperfecciones la engrandecen aún más. Aún comprendiéndola, me sobrecoge su poder. El agua, el aire. Todo es distinto esta noche.
Me asusta darme la vuelta y ver la larga y oscura sombra que provoca en mi. Es mágica. Y la magia no entiende de despedidas. Hasta el mes que viene, entonces. Veremos que nuevas me traes por Navidad.
Thursday, November 22, 2007
de labios para dentro
Podría llamarlo revelación. O quizá una visión. Tuve una visión. No, eso suena a premonitorio o místico y no es el caso. Las causas ahora dan igual. Lo importante es que me he dado cuenta de que por este mundo no vagan ángeles o demonios. No hay seres divinos o malignos. Nada de sobrenatural ronda por el barrio.
La verdad es que sólo estamos nosotros. Ni buenos, ni malos. Seres débiles, manipulables. Seres con apenas conciencia y un débil sentido de la responsabilidad cuando nos arrodillamos delante de aquel famoso manzano. A poco que nos sale algo mal pensamos que somos de lo peor que existe. Y, en cambio, no hay quien nos baje de las nubes (llenas de luz esta noche) cuando nos creemos responsables de alguna bondad.
El viento nos arrastra tan sútilmente que tenemos la ilusión de pensar que somos libres. Lo único cierto es que, más frío o algo más caliente (ese cambio climático...) cuando yo muera, el mundo seguirá dando vueltas como si nada hubiera pasado. Lo que me asusta es pensar que no me equivoco y que yo, bueno o malo o neutro, sea irrelevante. Lo que me saca de dudas es contemplar la tormenta desde la orilla y darme cuenta de que, almenos alguien me tiene presente. Sea sólo porque se le acabó el chocolate, amargo o no.
PD: Parece que no aprendo de mis errores, de labios para fuera. Aunque diré en mi favor que te salvó la lluvia. La próxima vez te lo pondré más difícil.
La verdad es que sólo estamos nosotros. Ni buenos, ni malos. Seres débiles, manipulables. Seres con apenas conciencia y un débil sentido de la responsabilidad cuando nos arrodillamos delante de aquel famoso manzano. A poco que nos sale algo mal pensamos que somos de lo peor que existe. Y, en cambio, no hay quien nos baje de las nubes (llenas de luz esta noche) cuando nos creemos responsables de alguna bondad.
El viento nos arrastra tan sútilmente que tenemos la ilusión de pensar que somos libres. Lo único cierto es que, más frío o algo más caliente (ese cambio climático...) cuando yo muera, el mundo seguirá dando vueltas como si nada hubiera pasado. Lo que me asusta es pensar que no me equivoco y que yo, bueno o malo o neutro, sea irrelevante. Lo que me saca de dudas es contemplar la tormenta desde la orilla y darme cuenta de que, almenos alguien me tiene presente. Sea sólo porque se le acabó el chocolate, amargo o no.
PD: Parece que no aprendo de mis errores, de labios para fuera. Aunque diré en mi favor que te salvó la lluvia. La próxima vez te lo pondré más difícil.
Sunday, November 18, 2007
de las anclas
Dice un gran amigo mio que escribo chorradas como nadie. Para no llevarle la contraria, y que no se enfade y se eche al monte con un fusil, lo que viene a continuación no son más que chorradas. Y de las grandes. Pero intentaré esmerarme para estar a la altura de la crítica. Pónganse cómodos.
Podría empezar hablando de mi necesidad urgente de soltar lastre y volar. Pero eso suena muy mal, y además eso mi amigo lo sabe ya. Quizá venga mejor recordar que especie en concreto tropieza siempre con la misma piedra, y lo más importante, saber cuántas quedan ya en el camino. Aunque la verdad, no me gustaría saber cómo acaba la historia. Sea mi suerte o tu destino.
Tampoco empezaría mal con Calamaro y sus discos. Los nuevos y los viejos. De los pedazos de tormenta y de los caramelos de corazones. Y nada más importa, aunque esta no la cante él.
Podría empezar explicando el por qué de las lágrimas que te debía. Pero de eso nadie sabe nada y mañana será otro día.
Un buen comienzo sería también hablar del título. El ancla me sirve de sujección en los temporales o en las pausas del camino. Hasta la más bonita y elegante corbeta cuando se lanza al oceano infinito con el velamen al viento, tiene que soltar amarras. Pero el ancla, aunque la leve, siempre la lleva consigo. Siempre la llevo conmigo. Supongo que nadie se va del todo.
Podría incluso comenzar por el final: ahora estoy mejor. Después del atardecer en la playa. Del cielo rojizo, otra vez. El mar es el único analgésico al que soy adicto. Y la sal. Ella cura mis heridas. Por profundas que sean. Aunque, si quisiera ser la mejor enfermera, tendría que saber prepararme el desayuno. Tiene competencia.
Podría empezar de muchas maneras. Eso está claro. Pero sé, desde el principio, como quiero acabar: parafraseando a Borges (que no a Cortázar!). Pero ya ven, tengo 22 años y sé que me estoy muriendo.
PD: ¿Y qué decirte si muriera mañana?: ha sido un placer (pretérito perfecto compuesto).
PD2: ¿Y si en el cielo hace frío?. Bajaré al infierno un poco.
Podría empezar hablando de mi necesidad urgente de soltar lastre y volar. Pero eso suena muy mal, y además eso mi amigo lo sabe ya. Quizá venga mejor recordar que especie en concreto tropieza siempre con la misma piedra, y lo más importante, saber cuántas quedan ya en el camino. Aunque la verdad, no me gustaría saber cómo acaba la historia. Sea mi suerte o tu destino.
Tampoco empezaría mal con Calamaro y sus discos. Los nuevos y los viejos. De los pedazos de tormenta y de los caramelos de corazones. Y nada más importa, aunque esta no la cante él.
Podría empezar explicando el por qué de las lágrimas que te debía. Pero de eso nadie sabe nada y mañana será otro día.
Un buen comienzo sería también hablar del título. El ancla me sirve de sujección en los temporales o en las pausas del camino. Hasta la más bonita y elegante corbeta cuando se lanza al oceano infinito con el velamen al viento, tiene que soltar amarras. Pero el ancla, aunque la leve, siempre la lleva consigo. Siempre la llevo conmigo. Supongo que nadie se va del todo.
Podría incluso comenzar por el final: ahora estoy mejor. Después del atardecer en la playa. Del cielo rojizo, otra vez. El mar es el único analgésico al que soy adicto. Y la sal. Ella cura mis heridas. Por profundas que sean. Aunque, si quisiera ser la mejor enfermera, tendría que saber prepararme el desayuno. Tiene competencia.
Podría empezar de muchas maneras. Eso está claro. Pero sé, desde el principio, como quiero acabar: parafraseando a Borges (que no a Cortázar!). Pero ya ven, tengo 22 años y sé que me estoy muriendo.
PD: ¿Y qué decirte si muriera mañana?: ha sido un placer (pretérito perfecto compuesto).
PD2: ¿Y si en el cielo hace frío?. Bajaré al infierno un poco.
Monday, November 12, 2007
de los retos
No es que, eventualmente, me aburra y no encuentre otra manera de pasar mi tiempo (el poco que se me ha dado). Esa suele ser la mejor excusa para embarcarse en retos absurdos y que no pueden llevar a nada bueno, en general. Lo mio es aún peor. Se ven involucrados sentimientos, recuerdos, palabras que resuenan en mi cabeza una y otra vez.
Pero repito, en mi caso es distinto. Y es distinto por lo siguiente: yo me reto a mi mismo y reto a los que, por obra del destino o de la suerte (esto último todavía en discusión) me encuentro en el camino. Y no lo hago como simple divertimento. Resulta que quiero buscar mis fronteras. Quiero conocer mis límites. Para eso no sólo me vale correr un par de kilómetros todos los días en la playa (esto ya lo hago cuando tengo ocasión y estoy en casa). Necesito saber de lo que soy capaz en una dimensión social y, sobre todo, sentimental. Ahí es nada.
Sé lo raro que puede sonar todo esto, y no puedo negarlo. Si no me ando con ojo, puede que la expresión "la curiosidad mató al gato" no encuentre un contexto más aplicable.
Pero repito, en mi caso es distinto. Y es distinto por lo siguiente: yo me reto a mi mismo y reto a los que, por obra del destino o de la suerte (esto último todavía en discusión) me encuentro en el camino. Y no lo hago como simple divertimento. Resulta que quiero buscar mis fronteras. Quiero conocer mis límites. Para eso no sólo me vale correr un par de kilómetros todos los días en la playa (esto ya lo hago cuando tengo ocasión y estoy en casa). Necesito saber de lo que soy capaz en una dimensión social y, sobre todo, sentimental. Ahí es nada.
Sé lo raro que puede sonar todo esto, y no puedo negarlo. Si no me ando con ojo, puede que la expresión "la curiosidad mató al gato" no encuentre un contexto más aplicable.
Saturday, November 10, 2007
del rojo
No miento si digo que todavía me dan algo de respeto los viajes en avión, con todos los que he hecho a estas alturas (aunque a veces lo use para ligar). Esta mañana, mientras mi avión subía más y más sobre los campos de Alemania ví salir el sol. Fue precioso. Era como si todo el horizonte ardiera. Aún me queman las retinas. El este palpitaba en ese color rojizo mientras Europa dormía todavia bajo un colchón de esponjosas nubes blancas. En ese momento entendí porque el ser humano no tiene alas para volar. Entendí entonces que el hombre no ha sido creado para tal espectáculo. No lo merecemos.
Me recordó ese tono que tomó el cielo a otros momentos que he vivido. He visto esos colores en alguna parte. Hay algunos que, incluso, iluminan la noche y son faro para las almas errantes. Conducen, sin prisa pero sin pausa, a la peor de las catástrofes personales. Hacen el trabajo que, tiempo atrás, tenían las sirenas. Guíaban a los infelices marineros hacia las rocas. A la muerte segura. Yo, cada vez más claramente, las oigo cantar. Yo, ya cada vez más cerca, atisvo la silueta de la de la costa en la inmensidad del mar. Pero no giro. Inexorablemente, todos chocamos. Inevitablemente, yo ya estoy chocando.
Me recordó ese tono que tomó el cielo a otros momentos que he vivido. He visto esos colores en alguna parte. Hay algunos que, incluso, iluminan la noche y son faro para las almas errantes. Conducen, sin prisa pero sin pausa, a la peor de las catástrofes personales. Hacen el trabajo que, tiempo atrás, tenían las sirenas. Guíaban a los infelices marineros hacia las rocas. A la muerte segura. Yo, cada vez más claramente, las oigo cantar. Yo, ya cada vez más cerca, atisvo la silueta de la de la costa en la inmensidad del mar. Pero no giro. Inexorablemente, todos chocamos. Inevitablemente, yo ya estoy chocando.
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