Podría llamarlo revelación. O quizá una visión. Tuve una visión. No, eso suena a premonitorio o místico y no es el caso. Las causas ahora dan igual. Lo importante es que me he dado cuenta de que por este mundo no vagan ángeles o demonios. No hay seres divinos o malignos. Nada de sobrenatural ronda por el barrio.
La verdad es que sólo estamos nosotros. Ni buenos, ni malos. Seres débiles, manipulables. Seres con apenas conciencia y un débil sentido de la responsabilidad cuando nos arrodillamos delante de aquel famoso manzano. A poco que nos sale algo mal pensamos que somos de lo peor que existe. Y, en cambio, no hay quien nos baje de las nubes (llenas de luz esta noche) cuando nos creemos responsables de alguna bondad.
El viento nos arrastra tan sútilmente que tenemos la ilusión de pensar que somos libres. Lo único cierto es que, más frío o algo más caliente (ese cambio climático...) cuando yo muera, el mundo seguirá dando vueltas como si nada hubiera pasado. Lo que me asusta es pensar que no me equivoco y que yo, bueno o malo o neutro, sea irrelevante. Lo que me saca de dudas es contemplar la tormenta desde la orilla y darme cuenta de que, almenos alguien me tiene presente. Sea sólo porque se le acabó el chocolate, amargo o no.
PD: Parece que no aprendo de mis errores, de labios para fuera. Aunque diré en mi favor que te salvó la lluvia. La próxima vez te lo pondré más difícil.
Thursday, November 22, 2007
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